Gastronomía | Entrenar la mente para saborear la vida
Comer bien no es contar calorías: es contar momentos.
Hay comidas que se nos olvidan apenas las terminamos. Y otras que se nos quedan tatuadas en el paladar… ¿Cuál es la diferencia? A veces no es el menú, sino el cómo.
Vivimos corriendo, masticando ansiedad, resolviendo emociones con pan o con papas fritas. Pero hay una forma distinta —más lenta, más sabrosa— de alimentarnos. Se llama alimentación consciente (conocida también como mindful eating), y no es una moda pasajera: es una forma de volver a habitar el cuerpo, una cucharada a la vez.
Hace poco hablé de esto, pero no recuerdo si lo escribí en un boletín o lo mencioné en algún episodio del podcast, de cuando me di cuenta de la velocidad con la que comía gracias a un pasajero sentado a mi lado, en un vuelo a Miami. A partir de ese momento, fui más consciente de ello, y hoy quiero contarte cómo entrenar esa mente acelerada (y a veces comelona) para reconectar con el placer de comer sin culpa, saboreando de verdad lo que nos llevamos a la boca… y a la vida. Al final, te dejo una idea de brunch emocionalmente nutritivo para que el fin de semana no solo sepa bien, sino que también te haga bien.
Empecemos por el principio: ¿Qué es alimentación consciente, en cristiano?
Es comer con atención plena. Con presencia. Sin prisa ni distracción. Sin juicio ni culpa.
No se trata de comer perfecto, sino de estar ahí, en el momento del bocado. Escuchar el cuerpo, identificar el hambre real, saborear, frenar cuando estás satisfecha… Y sobre todo, no huir emocionalmente del acto de comer.
Comer sin mirar el móvil ya es un acto revolucionario
¿Y por qué necesitamos entrenarlo?
Para volver a conectar el paladar con el placer. Porque nos programamos para hacer lo contrario: dietas exprés, multitasking, comida como premio o castigo, “hoy sí me porté mal”, “mañana me quito el pan”. Y también porque muchas veces vivimos atrapados entre lo automático y lo emocional: comemos sin hambre, sin pausa, sin gusto.
Antes, las veces que estuve consciente de haber comido de esa manera, me sentía fatal porque sabía que había perdido la oportunidad, aunque fuese de cinco minutos, de disfrutar del olor, del sabor y la textura de un alimento.
Por eso creo que entrenar la atención al comer nos ayuda a reconectar con nuestras señales internas (hambre, saciedad, antojo, necesidad afectiva). Disfrutar más con menos cantidad. Comer con todos los sentidos (vista, olfato, textura, sonido... sí, el crujido también cuenta). Identificar cuándo usamos la comida para tapar algo que no queremos sentir. Sentirnos mejor con lo que comemos… y con nosotros mismos.
La práctica de la alimentación consciente no requiere budismo ni incienso. Basta con hacer una pausa. Respirar. Observar. Saborear. Agradecer. Estar presentes en el acto más cotidiano y sagrado: alimentarnos.
Comer con los cinco sentidos (y el sexto también)
Cuando practicamos comer con atención plena, le damos protagonismo al cuerpo. ¿Tienes hambre real o emocional? ¿Comes porque lo necesitas o porque te sientes sola, cansada, vacía, ansiosa? ¿Comes lo que te apetece o lo que “deberías”? No hay una respuesta única, pero sí una brújula interna. Y esa brújula se entrena.
Haz la prueba: elige un alimento que te guste (una fruta, una tostada, un chocolate). Obsérvalo, huélelo, toca su textura. Cierra los ojos y da un bocado. Mastica sin apuro. ¿Qué notas? ¿Qué sientes? ¿A qué te sabe? ¿En qué parte del cuerpo lo recibes?
Eso es atención plena. No necesitamos hacerlo todos los días ni en cada comida. Pero si logramos hacerlo de vez en cuando, empezamos a reconectar.
Les recomiendo la lectura de este libro que descubrí en pandemia, estaba por terminar el diplomado en Neurogastronomía y necesitaba información para el trabajo final. Lo compré en Kindle porque no había otra opción en ese momento, pero es un libro que compraría en papel porque está muy bien escrito y es muy vigente. La autora es Yolanda Fleta y aquí les dejo el enlace al libro Alimentación consciente. Reduce tu ansiedad y mejora tu dieta, si compran desde ahí, me ayudan en este proyecto sin costo extra para ustedes.
Idea de brunch para el fin de semana: sencillo, sabroso, consciente
🧺 Brunch al gusto y al dente
Pan artesanal tostado (si es de masa madre, mejor para tu digestión)
Tomates cherry asados con aceite de oliva y albahaca (y un toque de crema de vinagre balsámico)
Aguacate pisado con limón, sal marina
Huevos poché o revueltos suaves (con toque de mantequilla o aceite de oliva)
Yogur griego con frutas frescas y un chorrito de miel
Té frío casero con hierbas (menta, jengibre o albahaca fresca)
Extra opcional, pero recomendado:
Una buena playlist, sol en la cara, cero redes sociales y una cucharada de gratitud.
¿Lo importante? Comer despacio. Poner la mesa con mimo, aunque sea para dos. Sentarte, respirar, agradecer. Comer como si fuera domingo… aunque sea viernes.
Cierre al dente
No necesitamos otra dieta. Necesitamos volver a estar presentes en nuestro plato. No hace falta comer poco. Hace falta comer consciente. Porque cuando entrenamos la mente para saborear, también aprendemos a elegir mejor. Y de paso, a vivir más bonito.
Así que esta semana, propongo un reto amable: una comida con atención plena. Solo una. Empieza por ahí.
Y si puedes, que sea ese brunch que te abrace el fin de semana.
Gracias por leer hasta aquí.
Si esto te tocó, compartilo o respondeme. Me gusta saber que hay alguien del otro lado.
Nos leemos pronto,
Cinzia
Esta es una practica que hago especialmente en los desayunos, atención plena para disfrutar con todos los sentidos, mi comida favorita
¡Gracias por la recomendación del libro y el brunch!